Todos tenemos metas, probemos la receta que nos dejó Sidhartha.
¿Lo conoces? Sidhartha, un libro pequeño, de pocas páginas, pero de inmenso contenido, un clásico de Herman Hesse (1922) que ha durado hasta nuestros días, fue muy popular en los años 70.
Lo descubrí en mi adolescencia, y hoy volviéndolo a leer parece que fuera un libro nuevo, entendiendo su valioso mensaje ahora, desde otro nivel de conciencia y ya definida en este camino del despertar.
El nombre Sidhartha significa “aquel que alcanzó sus objetivos”
Todos queremos alcanzar alguna meta, un objetivo, ¿por qué no probar con la receta que nos enseña Sidhartha?
Actualizando sus palabras a nuestro tiempo y nuestras realidades de hoy, se trata de saber hacer tres cosas, según su consejo:
- Pensar, 2. esperar y 3. no necesitar.
Me dirás que las dos primeras parecen fáciles pero la tercera ya no tanto.
- Comencemos por ahí entonces, no necesitar:
¿cómo no necesitar, si todo el tiempo necesitamos algo, buscamos algo, nos quejamos de algo o nos molestamos por algo o alguien? ¿Cómo no necesitar si nuestra vida se basa en salir afuera a buscar algo, un medio que nos de seguridad o felicidad?
Por ejemplo: ¿tienes algún día a la semana en que no compres nada?
Se llame dinero, pareja, familia, diversión, salud, amigos, trabajo, si no es uno será otro o todos al mismo tiempo, siempre buscamos conseguir algo, nos creemos muy necesitados.
Más allá de que esto sea una constante de la vida práctica, porque existen necesidades básicas humanas que deben ser satisfechas, el secreto está en un cambio de visión, de mentalidad con respecto a nosotros mismos, al criterio de satisfacción que tengamos.
¿Realmente necesitamos tantas cosas?
Hay mucha diferencia en ver satisfecha mi necesidad, por ejemplo, de locomoción con un auto usado que marcha bien, o mi necesidad satisfecha con un Mercedes del año o que simplemente me satisfaga con el transporte público, ninguno es mejor o peor, todo depende de tus objetivos.
No se trata de renunciar a lo que te guste, ni se trata de conformarte con menos de lo que es más útil para ti, es un tema de actitud frente a tu situación.
Se trata más bien de saber a qué renuncias para poder tener el Mercedes nuevo o si, por el contrario, te estás privando de algo que sí te sería útil en tu accionar cotidiano, trabajo u obligaciones, pero no te lo permites.
Significa que sepas qué es valioso para ti y cuánto lo es.
Aprender a no necesitar es aprender a ser flexible con nuestros estilos de vida según los objetivos que queramos conquistar, y según la realidad que tengamos en su momento.
No necesitar, supone conocer nuestras prioridades, lo que importa más y lo que importa menos. Ser capaces de soltar lo que no es realmente de utilidad, confiando en la vida y en nuestra propia capacidad. No necesitar es un ejercicio de desapego con vistas a un objetivo mayor.
Se trata de abandonar el consumismo desmedido al que nos hemos acostumbrado, al que la propaganda nos vuelve adictos.
Supone no depender de la voluntad de otros, no tengo que hacer lo que otros hacen, tengo el derecho de elegir cómo quiero vivir.
No necesitar requiere práctica, aceptación, desapego y por qué no, oración. Y claro, ¡cuánta paz! ¡cuánta tranquilidad, y por supuesto libertad voy a obtener!
Es algo que, en la medida de lo que puedo, he comenzado a poner en práctica. Antes de comprar pienso un momento si realmente lo necesito, si será útil y cuánto me durará. Siento mayor libertad y paz.
Me sorprendo ahora ir al supermercado y mirar cuántas cosas no necesito y que hasta hace poco me parecían imprescindibles.
O cuando acompaño a alguien a alguna tienda, salir sin comprar nada porque realmente no había nada que me hiciera falta.
¿Te has dado cuenta que realmente no hay que estar comprando cosas todo el tiempo solo porque estén allí?
2. Pasemos al otro punto recomendado, saber esperar.
Se ha dicho que la naturaleza no da saltos, lo que significa que todo tiene un proceso de maduración, los pasos, los cambios internos y su respuesta externa se dan a su debido tiempo, la fruta que se come verde no sabe igual y hace daño.
A veces es esperar a tener las cosas claras, saber lo que de verdad quiero lograr, saber hacia dónde quiero ir, y qué es lo mejor para mí. Otras veces será esperar a que las circunstancias mejoren, que mi propio entorno y la vida en general cumpla sus procesos, o tal vez esperar a sanar creencias, bloqueos de mi propia mente.
Esta espera es saber observar las señales que nos da la vida, hechos, palabras, personas, saber reconocer el momento preciso para la acción adecuada. La espera es valiosa para el buen observador.
Se trata de calmar la ansiedad y el miedo al futuro, no forzar los acontecimientos, confiando no solo en la vida sino en tu propia luz interior.
En este saber esperar el momento correcto, debo comprender la diferencia entre dos conceptos: prudencia y paciencia que no son lo mismo.
Se puede necesitar ser prudente para evitar un mal mayor, saber manejar situaciones y momentos, cuidando que mi prudencia no provenga de un miedo infundado o fuera de lugar. No actuar por prudencia es una cosa, pero no actuar por miedo es otra muy diferente.
Otra cosa es la paciencia, considerada una virtud, es confianza en ti mismo y en la vida, en el Ser que eres y en tu maestro interno que te guía. Paciencia es tener claro el objetivo confiando en el resultado, sabes esperar el momento adecuado para actuar. No permites que entre nada en tu mente que sabotee tus metas por un apuro de temor, ansiedad, desconfianza en el resultado.
Lo que ves, lo que escuchas, eso que te dicen los demás, sus opiniones, pueden influenciarte y lo hacen, es importante ser cuidadoso de lo que dejas entrar en tu mente, porque eso desviará tus pasos en demoras prolongadas.
Una buena medida es mantener en silencio tus planes y metas, hasta que comiences a materializarlos, no todos piensan como tú, hay mucho miedo aún al cambio en la mente humana y es fácilmente contagioso.
Que tus pasos sean seguros, calmados, sin prisas, pero constante, perseverando en tu accionar.
Tener certeza de lo que debes hacer y cuándo, también depende de tu conexión con tu propia luz, tu Ser, tu maestro interior, escuchar solo una voz, requiere igualmente práctica y oración.
3. Y ahora veamos el otro requisito propuesto por Sidhartha para lograr tus metas: pensar.
Porque todo se origina en el pensamiento, luego se materializa.
Ya lo enseñan en la ciencia de PNL, un pensamiento determinado genera una emoción determinada, con eso elaboro una estrategia, que me lleva a acciones determinadas, dando así, un resultado que será de la misma sintonía que mi pensamiento primario.
Revisar a diario nuestros pensamientos y tal vez cambiar alguno que nos esté llevando por un camino equivocado, es una sabia decisión. Todo se origina en la mente, recuérdalo.
Todo lo que logramos materializar primero fue una idea, un pensamiento. Sanear los propios pensamientos evita el autosaboteo, evita que termines haciendo lo que no quieres y logrando lo que no esperas.
Calmar la mente a diario, saber reflexionar, y así llegar a discernir.
No se trata de pensar a lo loco, ni de hacer girar la mente a mil por hora.
Se trata de tener un pensamiento calmado, en una misma línea, sin buscar soluciones a la deriva, sino más bien, calmar la mente, tener espacios de silencio para escuchar la voz correcta, que nos conduce por el mejor camino.
Darnos ese tiempo de escucha y reflexión que nos trae el discernimiento.
Angélica
