Encontrarse con uno mismo es conectarse con su Ser.
Podría decirse actualmente que quien no tenga conexión a internet, wifi o similar, no existe, realmente se encuentra totalmente ahilado.
Es verdad que tener tanta información a disposición nos ha ayudado a avanzar rápidamente en nuestro crecimiento, pero, por otro lado, también es verdad que para seguir avanzando se requiere ser conscientes de la única conexión que necesitamos, que tenemos y que no podemos perder.
Con el crecimiento personal, libros, charlas, cursos, tratamos de aprender cosas nuevas para mejorar nuestra vida, resolver problemas, estar mejor, generalmente es un camino intelectual de comprensión, entendimiento y primeros avances, totalmente necesario.
Pero en algún momento este período entra en una meseta o estancamiento y se requiere pasar al siguiente nivel.
Esto es como subir una escalera, peldaño a peldaño, los primeros escalones son fáciles, entusiasman, queremos seguir, se hace ameno, está todo bien, pisamos terrenos conocidos o fácilmente manejables. Pero, cuando vamos por la mitad surge la necesidad de un esfuerzo mayor de lo que estamos habituados, algo que cambiar que nos cuesta más, entonces nos quedamos parados en ese escalón, nos sentimos estancados.
Hasta ahora la ayuda vino de afuera, nos han dado un empujón, otros que comenzaron antes nos facilitaron los comienzos.
Uno puede detenerse un poco ahí, pero en algún momento habrá que moverse nuevamente y lo que ocurre es que si no vas hacia adelante irás hacia atrás. Ya no funciona que otro te empuje, ahora debes caminar con tus propios pies y tomar nuevas decisiones. Se necesita algo de tu parte, la ayuda siempre estará, pero ahora se requiere un compromiso.
Si no avanzamos hacia adelante, todo lo logrado al subir los primeros escalones lo vamos a comenzar a perder, porque estaremos yendo hacia atrás.
Y no hay otra, por más que le busquemos salidas, no hay otra opción, podemos buscarle la vuelta, pero llegado a determinado lugar hay que dar un paso más que te saca de tu comodidad, te exige que tomes partido, que te comprometas, de lo contrario se vuelve hacia atrás.
Algún día tenemos que conectar con nuestra parte espiritual, reconocer nuestra verdadera naturaleza.
Esa conexión es personal de cada uno, es íntima, está dentro, no está afuera, se vive en silencio y a solas.
Algún día será necesario orar, rezar, escuchar la voz del Espíritu en nosotros y ya no seguir escuchando la mente intelectual con su parloteo de las cosas que nos pasan a diario.
Un día hay que elevarse por encima del nivel del campo de batalla diario, cotidiano, de problemas y conflictos. Al elevarnos, todo lo de abajo se acomoda solo, porque no hay nada más que hacer que conectarse con el lado espiritual.
Hasta que ese día no llega, hasta que no conectamos con lo superior en nosotros, damos muchas vueltas, mucho ensayo y error, probamos arreglarlo todo por acá o allá, nos quejamos, hacemos cosas diferente. Pero ¿cuánto sufrimiento más necesitamos para decir basta? ¿cuándo tiraremos la toalla y dejaremos de hacer todo por nuestra cuenta, con el intelecto a solas y nos tomaremos de la mano del espíritu que somos?
La salida o salvación de nuestros problemas no está en un nuevo gobierno, o en el aumento de la jubilación, en el psicólogo o en el novio o novia nueva, ni siquiera está en hallar la cura del cáncer, la cura de lo que sea, está en entregarnos a la guía del espíritu que somos y que hemos olvidado.
Todos los seres humanos lo tendremos que hacer, conectar con nuestro espíritu, algunos tendrán un camino, otros otro, eso nadie lo sabe.
Cuando hay rechazo, cuando no hay habito formado, cuando estamos muy lejos, sí nos podemos ayudar empezando alguna disciplina como el yoga, thai chi, chi kun, meditaciones, así vamos acercándonos, con una nueva actitud de permiso de conexión con algo superior a nuestra mente, porque es una puerta que solo se abre por dentro, nadie la abre por fuera, eres tú mismo quien debe dar el permiso de dejar que lo espiritual entre y te ayude, te sane, te salve del dolor.
Podemos orar así, por ejemplo:
Ayúdame Padre, entra en mi mente, no dejes que ande confundida con otras voces.
Ayúdame Padre a recuperar la comunicación contigo.
Me siento sola, me siento perdida, ayúdame a darme cuenta que esto que vivo no es tu voluntad.
Muéstrame la puerta que te deja entrar, que me reúne contigo y así puedas sanarme, dirigirme, guiar mis pasos y mis pensamientos. Llevarme donde debo ir, decirme lo que debo hacer, lo que debo decir y a quién. Darme así la certeza y confianza que he perdido.
No me dejes caer en la tentación de creer que estoy sola.
Tomo el control de mi mente.
Es importante que pare mi mente. Es importante que mi mente pare, es importante que deje de alimentar mi mente con basura, me detenga y escuche.
Enseñaba Rosa María Wynn que resultaba útil hablar así:
“La voz me dijo”, para escucharlo nosotros mismos, habituarnos a que la voz de Dios está dentro nuestro y nos habla.
La voz, tiene su propio contenido diferente de lo que tú esperas. Detenemos la mente para escuchar al Ser.
La voz dice: Estás a salvo, todo está bien, no hay problemas.
La única manera de resolver un problema es entender que no existe tal problema. En esa conexión vemos las cosas de otra manera.
Pero si no te atrae este tipo de prácticas puedes recurrir a la meditación Vipassana que ha sido de mucho resultado a tantas personas. Reservas cada día un tiempo y espacio preferentemente a la misma hora para realizar unos minutos de esta meditación y al cabo de unos días ya verás resultados.
Si estás en ese escalón en que necesitas dar un paso más y estás dispuesto, dispuesta, puedo guiarte desde tu compromiso sincero, solo escríbeme y armemos una rutina personal para ti.
Angélica
