¿Hay algo más allá de lo que vemos?
“El padre volvía de los ritos funerarios.
Su hijo de siete años estaba de pie asomado a la ventana, con los ojos muy abiertos y un amuleto dorado colgándole del cuello, lleno de pensamientos demasiado difíciles para su edad.
Su padre le cogió en brazos y el niño preguntó:
¿Dónde está mi mamá?
En el cielo, respondió su padre, señalando el firmamento.
El niño levantó los ojos al firmamento y lo contempló largamente en silencio. Su cabecita desconcertada lanzó a la noche esta pregunta:
¿Dónde está el cielo?
No hubo respuesta y las estrellas parecían las lágrimas ardientes de aquella oscuridad ignorante”
R. Tagore, El Fugitivo, 2ª parte, XXI
Todos y cada uno podemos tener una idea de lo que es el cielo, el más allá, o si hay o no vida luego de la muerte.
Dependerá de nuestras creencias, de lo que nos hayan dicho nuestros mayores, maestros o los diferentes grupos a los que hayamos tenido acceso.
Pero la verdad es que nos invade una “oscuridad ignorante” cuando alguien amado muere, ya no está, y nos enfrentamos con ese hecho inevitable común a todos.
Vemos la muerte porque creemos en ella y no sabemos nada más que eso, ese cuerpo ya no se mueve, se va deteriorando y desaparece lentamente.
¿Qué pasó entonces? ¿eso es todo? ¿no hay nada más?
Tal vez llegó el tiempo de dar un paso más, tener respuestas claras, concretas con una base de lógico razonamiento basadas en experiencias cada vez más habituales entre nosotros.
Nacer, crecer, dolor, abandono, rechazo, algunas alegrías, algunos afectos valiosos o no, familia, trabajo, comprar, más trabajo, más comprar, hijos, viajes, negocios, competencia, enfermedad, logros, fracasos, morir, algún sentido lógico y razonable deberá tener todo esto.
Seguramente hay un plan, un sistema, un propósito, no puede ser azar o casualidad y mucho menos crueldad.
Hay vida después de la “muerte”. Hay un conocimiento que ya es tiempo de saber, y recordemos que el conocimiento es poder. Nos tranquiliza, nos trae certeza y mucha confianza.
“Descansa en paz” no es precisamente para los “muertos”, sino para los que estamos aquí todavía.
Descansamos en paz cuando hemos adquirido el saber, conocimiento, la información por la que entendemos cómo funcionan las cosas verdaderamente.
Se nos han enseñado muchas mentiras, pasadas de generación en generación con la mejor intención de nuestros antepasados que tampoco conocían la verdad.
Ahora podemos, ahora todo está a la vista y todo se está diciendo en voz alta, el que quiera escuchar ya puede escuchar, oír y ver, el que no quiera puede seguir en la ignorancia porque tenemos libertad de decisión.
Pero ten en cuenta, que a medida que nos vamos enterando, vamos despertando y recibimos una gran paz interior, primero porque nos damos cuenta de que la muerte no existe, que hay un proceso previsto, hay un propósito para todo esto y ante todo no estamos solos, cada uno de nosotros tiene su guía, su apoyo desde las dimensiones superiores, pero además el apoyo entre los que también van despertando y eligiendo la luz, eligiéndola verdad.
Nos enteramos de lo que somos, de que nacemos muchas veces, vamos y venimos nuevamente para despertar en este plano y elevarnos en el otro.
Luego de aceptar este conocimiento, las ideas de soledad, inseguridad carencia, desaparecen. Aprendes que todos nos volvemos a ver. Ya puedes saber que formas parte de un proceso con un objetivo claro, concreto, razonable y amoroso y es para todos por igual, para todo el que lo acepte en total libertad.
Salimos de la luz, del Amor, como espíritus dormidos y regresamos a la luz al Amor como espíritus conscientes.
Estas enseñanzas son para todos, pero no todos querrán recibirlas ahora. El problema es que ya se termina el tiempo de espera, las puertas están abiertas ahora y por poco tiempo más. Como sea, si estás leyendo estas páginas entonces es el momento para ti.
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¡Adelante y buen despertar!
Angélica.
