Ni tanta dureza ni tanto dolor. Todos son pactos de amor.
Entre padres e hijos solo hay amor, aunque no lo parezca.
Situaciones dolorosas, fracasos, vienen por una razón.
La verdad es que elegimos, antes de nacer, como almas, los padres que necesitamos para crecer y evolucionar en conciencia. Ese es el real propósito de esta vida, avanzar como especie en nuestro proceso evolutivo.
Así el padre que no anduvo bien en su vida, que se equivocó en algo, dio una enseñanza a su hijo que ya no tuvo que pasar por eso. Así se creó una vida más estable y equilibrada conociendo lo que no era bueno. Pudo elegir un mejor camino o al menos tuvo la oportunidad de hacerlo si supo aprovechar la experiencia al no repetir errores.
Por eso es tiempo de ver más allá de la culpa y el victimismo.
Toda situación dolorosa tiene un porque y un paraqué de tipo superior, especialmente las heridas de la infancia son algo a superar, a trascender, no solo para beneficio individual sino también para el de todos los seres humanos.
Saber sacarle jugo a esa experiencia, abrirnos a una mente superior y crecer internamente es un milagro de amor.
Otras veces los que vienen a enseñar son los hijos a los padres, trayendo algún problema, una situación dolorosa impensada que los ayude a crecer en conciencia, a crecer en amor, dejando atrás lo superfluo y aparente, lo que no es tan importante.
Son pactos de amor entre almas hechos antes de nacer
Rescatemos solo lo bueno, dejemos atrás lo malo dando un mejor ejemplo a los que nos ven, sigamos adelante con gratitud y espíritu liviano.